Por: Juandemaro Querales
El último Presidente Socialdemócrata: Jaime Lusinchi (1983-1988), murió hace unos pocos
meses; quien hizo un gobierno desastroso, marcado por escándalos de corrupción, engaño
de los acreedores de nuestra deuda externa, golpiza a periodistas que criticaban al régimen y
delegación de las funciones constitucionales que lo obligaban como Primer Magistrado de la
República, en su amante Blanca Ibáñez.
Lo que sorprende de este Presidente adeco, es que habiendo permanecido en la oscuridad,
alejado de la vista del público, haya estado enclaustrado en Venezuela, sus últimos cinco años
de vida son un misterio, y lo que más sorprende es que no fue molestado por la fiscalía ni
la Asamblea Nacional, tan diligentes cuando se trata de políticos y periodistas de oposición,
quienes son perseguidos y encarcelados y más si son grandes figuras de la denostada ya
falsamente llamada IV República.
Con Lusinchi la historia ha sido benevolente, viviendo al salir de la presidencia en lugares como
Costa Rica y hasta en el propio Estados Unidos, sin ser molestado, no hay ordenes de captura,
como si los tenía el ex gobernante Carlos Andrés Pérez, la justicia confiscada del régimen
autoritario de Chávez no abren ninguna investigación sobre los sonados casos de corrupción y
malversación, no hay sanciones contra sus ministros, ni contra la diabólica Secretaria Privada:
Blanca Ibáñez.
Jaime Lusinchi es un político de la maquinaria adeca, con profundos lazos con la casta
sindical que tiene en la CTV y en empresas que mantienen sus Federaciones adscritas. Este
poderoso Buro Sindical es el que inclina la balanza, cada vez que el Partido fundado por
Rómulo Betancourt, decide escoger el abanderado que los represente en las elecciones que se
convocan cada cinco años.
Este hombre de trato llano y sencillo, bebedor empedernido, amarra lealtades en la estructura
leninista del Partido. Así como Carlos Andrés Pérez, quien siempre controló la poderosa
Secretaria de Organización de AD. El político de Piritu desde la Secretaria General del Partido
Socialdemócrata, estrecha más los lazos con los Secretarios Generales de los CES, solidaridades
que le permiten competir y ganar la nominación frente a Luis Piñerua Ordaz “el correcto”,
delfín del máximo líder de la tolda blanca.
El gobierno de este médico Pediatra, sigue ahondando las contradicciones y diferencias
surgidas en el mundo político y partidario nacional. Para esos años los visos de agotamiento y
cansancio del modelo puntofijista se empezaron a manifestar. Banqueros y camarillas asaltan
o financian las actividades de ciertos políticos. Ya el divorcio de las masas con los partidos
tradicionales es un hecho, son los años del endeudamiento descarado, control de cambio, con
la célebre Oficina de venta de dólares: RECADI. Organismo que inaugura la danza del saqueo
legalizado de los verdes americanos del Banco Central de Venezuela, en estas condiciones se
vienen empollando los huevos de la serpiente, que revientan durante el año fatídico de 1989 o
la época de CAP II.
Jaime Lusinchi ingresa a la historia como un Presidente gris, prisionero de grandes contratistas
y banqueros, que amasan sus fortunas a la sombra de políticos de AD y COPEI corruptos.
Lauria, Pedro Tinoco y Azpurua, financian por igual esas compañías anónimas en que se
transforman los cínicos Partidos. Laurìa y su gente, Ciro Febres Cordero, desde el Banco Latino,
preparan las condiciones para el regreso triunfal del segundo CAP en las Elecciones de 1988.
Carlos Croes el Goebbel criollo jefe de propaganda de Lusinchi, agrede desde el espacio a la
opinión publica, haciendo creer que la simbiosis AD y CES representan la Venezuela soñada:
libre de lacras como el subdesarrollo. Con este manipulador mediático Lusinchi se despide del
poder con un envidiable 70 por ciento de aceptación popular.
Después de esta medición se han sucedido en cadena, múltiples conflictos, con un neo
autoritarismo de por medio, que amenaza con una solución cruenta, como forma de disminuir
nuestras diferencias, siempre con un mar de petróleo en el medio, para suavizar las promesas
hedonistas que han caracterizado nuestra sociedad en los últimos cien años.
Agosto de 2014