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16 mayo 2017 2 16 /05 /mayo /2017 19:27

 

 

Por: Juandemaro Querales

 

Dentro de la extensa obra literaria del escritor caroreño: Juan Páez Ávila:”Los Coroneles de Carohana”. Comala. Caracas.2002. Esta considerada el texto màs acabado del biógrafo de Chío Zubillaga Perera.

 

Construida con una técnica compleja, la narración capta el desarrollo experimentado, por una comunidad situada al norte de Suramérica. Donde las ideas trasplantadas desde la metrópoli europea ayudan a moldear un sistema de pensamiento hibrido, que incidirá en la futura organización de las jóvenes naciones hispanoamericanas. Movimiento de reformas que para el caso venezolano, resumen un periodo que va de 1810 a 1863, conocidos como la Guerra de Independencia y Guerra Federal.


 

Páez Ávila hace alarde de una buena formación literaria, siguiendo a Mallarme se inclina por un gusto hacia la forma. Estructura de la Novela de Caballería, en donde los trucos de la caja china o el de la Matriuska rusa, saltan al no mas abordar sus páginas. En los “Coroneles” asistimos a un espectáculo de magia, donde brotan historias como pañuelos de colores. Es el viejito de la Avena Quaker, puesta en practica por el “Gabo” en los “Funerales de la mama grande”.

 

De sus primeros  textos: “La Otra Banda” y su colección de relatos cortos: “Atarigua  y otros relatos de Carohana” (2006), no queda nada. Es posible que sobreviva el mito-espacio: Carohana; y los mito-personajes: Cecilio Manovuelta, el Fraile Aguinagalde o el médico poeta: Juan José Bracho.

 

“Los Coroneles” es un libro peninsular, prolongación de la plataforma continental al mar de las 12 o 200 millas submarinas. La novela se mantiene sola, es un meandro único de una cadena de experimentos narrativos.

 

Cuando se creìa que la novela histórica había perdido vigencia. Pàez Avila, nos sorprende con esta obra de madurez. Libro coyuntural , alarde de técnicas. Obra de constructores, narración fuselaje. Son andamios que pueden ser retirados en cualquier momento, encofrado de una obra mayor .Es una novela de iniciación o fundacional donde el escritor mantiene oculto el secreto de la técnica empleada, su formula secreta, donde un concierto de voces van dando razón de las transformaciones del aparato productivo y las mentalidades que conformaron las elites dominantes, desde los lejanos días de la conquista y colonización del antiguo Reino o capitanía en América. Narrativa proustiana, equivalente a “En Busca del tiempo perdido”. Lejanos están los días de “Noticias del Imperio “de Fernando del Paso y “Yo El Supremo” del Paraguayo Augusto Roa Bastos.

 

Gracias a la estructura de la muñeca rusa o el truco manido del viejito de la Avena Quaker. Páez Ávila, nos mete de forma imperativa en el rìo de Fray Luis de León. Aguas heraclitianas  que van al océano de gramáticas. El primer Reyes Vargas (encomendero), el proteico Cacique Ajagua de Río Tocuyo: José Reyes Vargas. Su fantasma que todavía habita como el seretòn de la Calle Lara: en el Balcón de los Álvarez, en la vieja casa aledaña a la Plaza Bolívar, de la sucesión Zubillega y habitada  por un narrador testigo: Pablo Álvarez Yepez, Paucho.Ultimo representante de la quinta generación, estigmatizada por el Fraile  franciscano Ildelfonso Aguinagalde.

 

Lo mejor de la creación literaria de mi admirado maestro, es sin lugar a dudas: “Coroneles de Carohana”, libro fundamental para entender ese lugar mítico, llamado Carora-Carohana, invento de Nicolás Federmann, Guillermo Morón y Juan Páez Ávila.

 

“Coroneles” deben de leerse con un manual, algo prosaico. Siendo nuestro Ulises Joyceano. Para emprender la aventura entre “los caminos que se bifurcan” Borgeano; hacerla con el “Gallo de las Espuelas de Oro” del ilustre Guillermo Morón. Aquí en sus páginas se encuentra el espíritu endemoniado a lo Hegel. Razón práctica para armar el rompecabezas de la fragmentariedad como materia literaria, que tanto le gusta al autor del memorable cuento: Atarigua 3.

 

Carora, abril de 2017

 

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