Por Juandemaro Querales
PARTE II
PARA UN LIBRO DEL BUEN AMOR
A Jecenia Colina
Como el Arcipreste de Hita
y Hector Mujica
canto a mi fembra fermosa
y a su Itaca de la Colina.
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Omo la leona de Josè Coronel Urtecho
que pescaba tiburones de agua dulce
en el lago de Managua
mi heroína conserva en buen estado
nuestro escorial de la montaña.
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Su olor y su cuerpo casi invisible
se toca con el Colibrì verde que busca su néctar
en las plantaciones de cambures del Monasteri o
Mi doncella es bipolar
despues de despotricar de la absurda realidad
le acaricio sus bien torneadas piernas blancas.
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En la Itaca de la falda de la montaña
la doncella ordena como un caporal
como barrer remover el polvo de los muebles
observando los màs mínimos detalles
para que el castillo de sus dominios
no sea un risco màs en el Mediterraneo.
66
En Itaca vive el pequeño David
Telemaco busca el reencuentro
Con el viejo combatiente de burocracias
Y viajes alrededor del dìa por la opaca polis.
67
Cantar a la heroína y a su almenada morada
tiene sus consecuencias
por el avanzado otoño del forastero
es un viejo sin el menor parecido a Ulises
dice la señora del castillo entreviendo ventiscas.
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Ulises agotado de su viaje
como los ríos de Jorge Manrique
que van a dar a la mar
que es la muerte
Viaje y doncella siguen el curso
de los ríos de la vida.
69
Introducir la lanza en el triangulo
màs debajo de la pelvis
El viejo marinero busca reposo
en las mullidas pieles de ovejas
para disfrutar la compañía del atesorado cuerpo blanco
con su dibujo en alto relieve de su pecho.
70
Todo viajero lleva su Itaca
consigo por màs dilatado y riesgoso
que sea la travesìa por ese mar
para finalmente regresar
y morir en sus playas
71
El viejo marinero con su inseparable Palinuro
cansado de pisar playas extranjeras
llega un dìa a puerto seguro
lo reconoce el viejo perro el porqueriso
ya Telèmaco lo había hecho
Ulises y Penèlope
Restituyen la grandeza del antiguo reino.