Con la excusa de novelar la biografía de la poeta colombiana Sor Francisca Josefa Del Castillo y Guevara (1.671-1.742); Gilberto Abril Rojas: Asuntos Divinos. Academia Boyacense de Historia. Tunja. 2.007; se vale del Barroco –como propuesta estética- para reconstruir la sociedad colonial (Siglo XVII) del antiguo Nuevo Reino de Granada, espacio cronológico de la Madre del Castillo y así poder comprender el gran movimiento de poetas gongorinos: Juan de Castellanos, Hernando Domínguez Camargo; que junto con Sor Juana Inés de la Cruz en México, enorgullece tanto al arte hispanoamericano.
La novela construida en forma de hagiografía, construye un relato espeso, donde la vida de santos, mártires, novicias, infieles y la presencia del demonio; son como aristas de un meta relato que va agrandándose en la medida que Sor Francisca Josefa: opina, medita, entra en la locura, va modelando un orbe encriptado que se aclara en la medida que la cábala nos va dejando el equivalente lingüístico, siempre observando el código enrevesado, de unos monoteísmos que se cruzan en el camino de religiones muy antiguas y que dieron paso a la adoración de un solo Dios, como el cristianismo que ella practica.
Sorprende el Gotismo de Abril Rojas, nunca imaginé que un escritor de fabla corriente, atesoraría en su interior un simbolismo epifánico, sobre el clarear de las cosas; donde la creencia en Dios, la obtención de un paraíso como compensación a una vida de sacrificios, renegando del encandilamiento que produce el dispendio material; aparecen en los personajes postrados en celdas, bancos, altares de unos personajes con una visión del mundo ascética.
La creencia de que el período auténticamente colonial, fue de oscuridad, sin logros aparentes en ningún orden; se cae por su propio peso; hoy a la luz de las investigaciones que se llevan a cabo, iluminadas por una heurística transversal; los nombres de Sor Juana Inés de la Cruz, Hernándo Domínguez Camargo; Juan de Castellanos y Sor Francisca Josefa, ganan en interés y se erigen en los precursores del arte y la literatura contemporánea; ya sin la etiqueta y conceptualización de imitadores o plagiadores de Góngora; como se les despachaba hasta el Siglo XX, donde un Octavio Paz en su estudio monumental sobre Sor Juana Inés de la Cruz: “Las Trampas de la Fe”, da perfecta cuenta del esfuerzo ciclópeo de aquella monja, de origen social insignificante en una sociedad cerrada y excluyente, levantándose hasta la cumbre intelectual para dejarnos esos: “Primeros Sueños”, donde solemos abrevar cada vez que nos acercamos al hecho poético.
Para la autora de “Afectos Espirituales”, y “Su Vida”, el que se haya separado el velo, que cubría a los poetas Barrocos, fue lo mejor que le deparó el destino; lejos estaba la monja Del Castillo de pensar que: la Antología de poetas barrocos, en homenaje a Góngora en su cuarto centenario, reunida por Gerardo Diego en el año 27 del Siglo XX; iba a desatar una euforia que llevó a desempolvar a poetas que yacían bien muertos, como su paisano Hernando Domínguez Camargo, olvidado por incomprensión; también en la antigua Colonia de Venezuela, se obviaron y sepulturaron en los archivos de la inquisición eclesiástica, el trabajo de nuestros primeros gongorinos, monjas y clérigos, como fue la constante en aquellos períodos olorosos a mirra y a incienso.
La novela de Abril Rojas, se publica en un momento en que el movimiento llamado de novela histórica ha caducado; donde los Fernando del Paso, Carpertier y Roa Bastos; son simples referencias a la hora de cruzar transversalmente nuestra narrativa; con la crisis epistemológica de los últimos tiempos, tratar de identificar la poética o el Epos de la tragedia o comedia, es mera banalidad, considerémosla simplemente como Literatura Gótica, Siglo XIII: momento en que fue quemado en la torre del temple de París el último Gran Maestro Jacques Molay.
La propuesta Gótica de Abril Rojas es válida, ya que el imperio racional de origen Volteriano, se convirtió en excrecencia, metáfora escatológica que ilustra con heces el resurgir y puesta en apogeo del símbolo; donde las grandes culturas antiguas como el Bizantinismo: confluencia perfecta ente Oriente y Occidente: son el mandala del nuevo chantra.
El Nuevo Reino de Granada constituyó una nueva Persépolis, en la cerrada sociedad colonial que España lideralizó; el trabajo en el mundo de las ideas que desplegaron sus poetas y escritores, refugiados en la iglesia por razones obvias; pues eran los depositarios de las concepciones que sobre el mundo se tenían; nos legaron un importante testimonio, que son los orígenes de nuestro poderoso lenguaje actual; aclimatamiento, prolongación de una Iberia y por ende Europa por antonomasia; en Sor Francisca Josefa están “Las Soledades de Góngora” y el libro de “La Fundación” de Santa Teresa de Ávila, pero impregnado de nuestro poderoso paisaje y liga de sangres: cruce de culturas en pocas palabras.